Desgraciadamente en el centro de Salamanca aún permanecen espacios propios de otra época, unos tiempos en los que el vehículo privado era el rey de la ciudad y un símbolo de modernidad. Todavía vemos como normal el lamentable estado de zonas a las que sin ningún pudor nos atrevemos a llamar plaza y que no son más que plataformas de asfalto infrautilizadas y que no cumplen otra función que la de dar cobijo de manera anárquica a un puñado de coches. Basta con acercarnos desde el aire a la "Plaza" de San Julián, para ver que algo falla. En la imagen vemos dos coches circulando y veintitantos estacionados en un lugar de aproximadamente mil quinientos metros cuadrados. De la superficie total de la "plaza", apenas el 25% está destinado al peatón, mientras que el 75% restante es asfalto, bien para circular o bien para estacionar. Si le hablásemos de este lugar a alguien que no conoce la ciudad, probablemente pensaría que esta situación la produce un tráfico intenso o la irrupción en la plaza de alguna vía de tránsito fundamental para comunicar distintas zonas de la ciudad. No es así. Las calles que confluyen en la plaza son estrechas vías del centro urbano sin ningún carácter estructurante. Vías bastante solitarias, muy tranquilas y sin apenas tránsito de vehículos: Gonzala Santana, Obispo Jarrín o Portales de Camiñas.
El acceso a la Gran Vía se produce como si del cruce de dos grandes avenidas se tratara. Los carriles se multiplican y el espacio para acceder a la avenida se amplía de manera considerable.
El resultado es una plaza inservible con una isleta central en la que dos bancos y tres pequeños aligustres intentan dar cobijo a algún paseante pero que nadie utiliza nunca por tratarse de un espacio ridículo y poco agradable.
La permanencia de estos espacios en pleno cogollo urbano (Plaza de San Julián, calle de las Isabeles, calle de Reyes Católicos, Plaza del Mercado...) sigue provocando "un efecto llamada" a los conductores, que siguen viendo atractivo y práctico adentrarse en las callejuelas interiores a la primera vía de ronda para dar vueltas y vueltas buscando aparcamiento gratuito en superficie. Es duro, pero hay que ir cambiando el chip y bastaría con una intervención puntual en esas tres o cuatro zonas del centro para concienciar a los salmantinos. Sé que el relegar al coche a un segundo plano en los cascos urbanos (que no erradicarlos, que se entienda bien) es impopular, pero estoy firmemente convencido de que es el camino que debe de seguir toda ciudad moderna que se precie.
Así que cada vez que cruzo esa "piltrafa urbana" de aspecto setentero y pueblerino, no puedo por menos que imaginar una Salamanca un poco más rica, un poco más respetuosa con el patrimonio y más preocupada por la calidad ambiental y urbana. Me da pena que nuestra Plaza de San Julián no pueda ser una plaza con mayúsculas, donde poder estar y por la que peatones, bicis, coches... puedan transitar con facilidad...
¿Y bien?
Pd: La imagen inferior es simplemente una recreación que pueda aproximarnos a una situación como la que imagino, sin ningún tipo de valor arquitectónico o proyectual.