En la anterior entrada del blog intenté explicar con detalle una posible propuesta de espacio compartido a aplicar en ciertas calles de nuestra ciudad con el fin de mitigar la desigualdad y las carencias espaciales de las que adolecen. No sé si será o no la mejor opción (a mi juicio sí, por eso la propongo) ya que resulta harto complicado enfrentarse a un espacio urbano abstracto, complejo, alienado y en el que las funciones sociales se diluyen, trastocan y envilecen en pro de intereses ajenos a eso que llamamos "bien común" Asumo mis limitaciones a la hora de concebir un espacio cuando todos carecemos de elementos de lectura adecuados y nuestra vivencia interna y la práctica de uso del lugar no creo que se correspondan con lo que podría esperarse de una sociedad sana y democrática. Aun así habrá que buscar soluciones y fomentar una rebeldía incluso (y fundamentalmente) espacial y urbana para lograr alcanzar lugares que contribuyan a redefinir esos modelos de producción y reproducción social diferenciados y análogos a esa sociedad que necesita retomar su conciencia (de clase, sí, qué pasa) y regenerar de manera "natural" ese espacio que se le ha usurpado. Ése es mi fin, qué le voy a hacer, seguir creyendo en la redefinición del espacio como elemento de cohesión social y democracia.
Ya vuelvo a la tierra.
En los comentarios a la anterior entrada algunos me hablabais de las bondades de la propuesta pero dudabais de su eficacia a la hora de ponerla en práctica en las calles de nuestras ciudades, e incluso me dabais ejemplos de "vías de convivencia" o de espacio compartido que habían devenido en un absoluto fracaso.
No hay peor enemigo a la hora de hacer ver las bondades de una solución urbana que la existencia de una supuesta solución similar que en realidad no es más que una aplicación parcial o pervertida de lo que realmente debería ser. Me explico: Por ejemplo, no hay peor enemigo para el carril-bici y la movilidad ciclista que esas bandas ciclables que se disponen en aceras, hurtando el espacio del peatón, poniendo en peligro a niños y personas mayores y generando ANIMADVERSIÓN hacia el ciclista. Un carril-bici no es eso y sin embargo se nos vende como tal, consiguiendo generar reticencias y desprecio hacia lo que debería ser una infraestructura eficaz y útil en las ciudades de plantearse con cabeza. Es preferible no hacer nada a hacerlo mal o a pervertir una solución urbana hasta llevarla a lo grotesco por el mero hecho de convertirla en un elemento publicitario o de supuesta sostenibilidad.
Del mismo modo que se nos vende como carril-bici lo que en realidad no lo es, convirtiéndolo en un elemento contraproducente y dañino, últimamente nos venden como "espacios de convivencia" soluciones que de esto tienen muy poco y que no sé si de manera interesada vuelven a generar el rechazo de la comunidad, con toda razón.
Veamos el caso de ALCORCÓN, una ciudad de tamaño medio en la periferia sur de Madrid en la que recientemente se ha actuado en algunas calles cercanas a la estación de cercanías "Alcorcón Central" vendiéndonoslas como "vías de espacio compartido, calles de coexistencia o espacios de convivencia" NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD:
Aquí tenemos una imagen aérea de la zona de la Avenida de Extremadura. La calle de plataforma única se corresponde con la zona más cercana a los edificios (derecha)
Partimos de un error o contradicción de base cuando planteamos una supuesta calle de convivencia y en paralelo segregamos el tránsito peatonal y ciclista. Lo que caracteriza a un espacio de convivencia es precisamente eso; la coexistencia de todos los tráficos de manera calmada y respetuosa en un mismo espacio. Si de entrada segregamos, el concepto se diluye:
Lo que se nos está pretendiendo vender como espacio de convivencia es lo que en esta imagen discurriría tras la banda de aparcamiento en batería. Habría que ser un peatón un poco cafre si decides caminar por ahí cuando la calle te ofrece una amplia banda peatonal, arbolada, estancial que vemos en primer plano. Junto a ella la "acera-bici" que segrega también el tránsito de bicicletas.
Y esto es lo que se nos vende como "espacio de convivencia" Vamos a ver... No sólo hemos desplazado el tránsito peatonal y ciclista a otro lugar sino que convertimos esta banda de circulación en un lugar aislado y protegido por el propio aparcamiento, que deja expedito el espacio del vehículo privado.
Si algo caracteriza a un espacio de convivencia es la PERMEABILIDAD y la libertad de movimientos, no limitándonos a los desplazamientos lineales, elementos que aquí desaparece por completo. Se ha generado una banda de circulación rodada INACCESIBLE y flanqueada por dos BARRERAS de aparcamiento, banda de circulación que como hemos dicho antes, ha sido separada del paso de peatones y bicicletas.
Vayamos ahora a las calles interiores para seguir analizando este supuesto espacio "de convivencia"
Esto NO ES UN ESPACIO DE CONVIVENCIA. Dejar la acera y la calzada al mismo nivel no convierte una calle en un espacio de convivencia, máxime si se mantiene el lenguaje y los códigos de la segregación habitual, como es el caso de la imagen. Como vemos, el espacio que correspondería al acerado es tratado con un pavimento claramente diferenciado que marca la zona del peatón y se reproduce el mismo esquema acera-aparcamiento-calzada-aparcamieto-acera de la calle "tradicional" Se vuelve a incidir en el más grave error que avoca a esta calle al fracaso: LA AUSENCIA DE PERMEABILIDAD PEATONAL. El espacio central de la calle vuelve a aparecer flanqueado por dos barreras de aparcamiento continuas que custodian la circulación de otros vehículos librándolos de interferencias externas. El peatón no va a dejar de ocupar esas "aceras" que le han "dibujado" en el suelo y no va a colonizar el espacio central de la calle porque le será materialmente imposible traspasar esa banda de aparcamiento.
Aquí vemos cómo en estos espacios MAL DISEÑADOS y que nada tienen que ver con la convivencia, el vehículo privado sigue agarrando la sartén por el mango y es el que condiciona el resto de tráficos. La ausencia de elementos físicos que delimiten y limiten la presencia del coche provoca situaciones como las que veis en la imagen. No basta con creer en la conciencia cívica del ciudadano sino que habrá que planificar con cabeza e imaginación, cosa que aquí no sucede.
Si además se urbaniza así de mal, pues apaga y vámonos.
En la cercana Leganés podemos ver vías de coexistencia que sin ser una maravilla, sí han sido planteadas con algo más de acierto:
- El pavimento es continuo y no delimita ni condiciona el espacio del coche y el peatón.
- Existe permeabilidad transversal.
- No hay un sentido de circulación definido en los viales.
Y encontramos un pavimento bien ejecutado y permeable que facilitará un correcto ciclo del agua, algo muy importante y que habitualmente obviamos.
Por lo tanto lo que planteaba para el barrio del Oeste no es esto (limitaciones espaciales) pero ni mucho menos es lo que padecen los vecinos de Alcorcón:
Se debería cuidar el diseño, fomentando la permeabilidad peatonal y colocando elementos que contribuyan al calmado del tráfico. El resultado buscado: Un lugar que realmente se comparta y no un peligroso espejismo de convivencia. Creo que si las cosas se hacen bien y con mimo se obtienen resultados satisfactorios.
Se esperan aún más comentarios, sugerencias, preguntas, críticas...
Y ahora una canción que me tiene obsesionado últimamente: