El jueves pasado tras pedalear por medio Madrid con el grupo de la "bicicrítica" y abandonarlos en Bravo Murillo a la altura de Cuatro Caminos decidí que debía escribir sobre una idea que vengo rumiando desde hace tiempo y que ahora os explicaré.
Una amiga me sugirió que visitásemos un huerto que lleva ya bastantes meses funcionando en el barrio y que da vida, alegría y color a la zona. El caso es que este huerto se ha puesto en marcha aquí:
Sí, en ese pequeño solar abandonado en una esquina crecen todo tipo de hortalizas y flores que un grupo de vecinos cuida con mimo y esmero. Esta amiga me comentaba que en verano da gusto pasar por ahí y ver los girasoles enormes asomando entre las verjas.
No voy a soltar un discurso sobre las bondades del famoso 15M que medios de comunicación se encargan de clasificar, desprestigiar y "matar" a partes iguales haciendo un ejercicio naïf de reduccionismo y maniqueismo que a estas alturas de la película no sorprende ya a nadie. Esta tarde escuchaba una entrevista al cineasta salmantino Rodrigo Cortés y me quedo con una de sus frases: "Por las mañanas la gente enciende la radio para que le digan qué tiene que pensar" El caso es que dejando a un lado todo el rollo ideológico y las demandas de carácter político, en torno a este movimiento se han fraguado una serie de "equipos vecinales" que unidos a toda una retahíla de cuestiones que hasta ahora muchos ni nos planteábamos, comienzan a dar sus frutos (nunca mejor dicho) y paralelamente a la ceguera mediática la ciudad cambia. Al menos en ciudades grandes como Madrid esto es más palpable.
El fenómeno de los huertos urbanos es bastante antiguo y ni mucho menos pretendo atribuirle al 15M la autoría de este tipo de intervenciones urbanas y otras similares, pero sí esa mayor difusión y aceptación entre la gente tras un periodo de reflexión que nos ha hecho cuestionarnos por qué la ciudad es como es y quién o qué determina cómo debe de ser y para qué. Creedme que es bastante gratificante que estas preguntas que uno se viene haciendo durante años ahora no se encuentren con un muro infranqueable cada vez que las lanzo y noto cierta receptividad.
Ahora nos volvemos a Salamanca. Volvemos a la cruda realidad de una ciudad pequeña sin una masa crítica joven capaz de poner en marcha iniciativas de este tipo con la misma facilidad que en una gran urbe pero... ¿Por qué no? y ¿Por qué "joven"?
Llevamos años hablando del famoso "huerto" de las adoratrices y utilizando este sustantivo a la ligera, equiparándolo a la categoría de solar o escombrera sin personalidad. Este espacio urbano propiedad de una entidad de ahorros que ya no sé ni cómo se llama o cuál es su naturaleza jurídica, pretendía acoger un auditorio que otrora incluso podría parecer necesario pero hoy con un CAEM "muerto de risa" y un Liceo reservado a los fines de Semana, como que no tendría mucho sentido. Afortunadamente este proyecto ha sido paralizado por la UNESCO ante la amenaza de retirada del título de "Ciudad Patrimonio de la Humanidad"
Vamos a quedarnos con la primera palabra "huerto" y con las últimas "ciudad" "patrimonio" y "humanidad" y que cada uno reflexione un poco sobre ellas y sobre lo que deben ser.
Lo tenemos ahí. Es una de tantas cosas que tenemos enfrente de nuestras narices y que en esta ciudad no sabemos aprovechar.
Un espacio baldío y céntrico, acotado y equipado para dar paso a un proyecto barato, útil e ilusionante para muchos. ¿Por qué no llevar estos huertos urbanos al centro de Salamanca?
Uno piensa en este tipo de instalaciones y sólo encuentra ventajas:
-Son espacios productivos.
-Son una alternativa de ocio para una población envejecida que recuperaría la ilusión por encontrar una actividad de ocio y que a la vez le permite seguir siendo útil a la sociedad. (Sobre todo cuando mucha gente mayor de nuestra ciudad procede del medio rural y conoce las técnicas de cultivo)
-Sirven de ayuda a las economías familiares.
-Son lugares de encuentro vecinal generadores de redes sociales e intercambio de ideas.
-Son saludables.
-Se extiende el verde urbano (que no tiene por qué ser siempre ornamental)fomentando una mayor calidad ambiental y por ende una mejora en la salud del ciudadano.
-Son espacios didácticos: Los colegios y los niños pueden saber cómo crece un tomate o una lechuga
-Favorecen el intercambio intergeneracional (entre abuelos y nietos) Es una actividad totalmente transversal que no tiene por qué ir orientada a una franja de edad determinada.
-Rizando el rizo podrían convertirse hasta en un reclamo turístico si se pudiesen vincular a ellos actividades como mercadillos de productos ecológicos, charlas, cursos... Todo ello en un entorno peatonal excepcional como el de la imagen:
Y ¿Por qué no? Serviría de "lavado de imagen" a una entidad bancaria que cedería a sus vecinos el uso de parte de su patrimonio sin necesitad de embarcarse en proyectos costosos. Algo así genera los mismos beneficios a la sociedad como un caro centro cívico con su equipamiento (que por supuesto, también soy muy necesarios)sobre todo en estos tiempos de cri.. ESTAFA económica que vivimos.
Sé que Salamanca es una ciudad "difícil" pero por soñar que no quede y hace tiempo que un sueño no salía tan tan barato.
Os dejo algunos enlaces a webs que os podrían interesar. La primera es precisamente la del huerto del barrio de Tetuán del que os hablaba al comienzo de esta entrada:
http://lahuertitadetetuan.blogspot.com/
http://tierra-nova.blogspot.com/2011/09/sembrando-en-el-asfalto.html
http://miqueridohuertourbano.blogspot.com/
http://unhuertoenlaciudad.blogspot.com/
http://www.elhuertodeeva.com/
Se buscan opiniones. Opinad por favor, contadme lo que se os pase por la cabeza sobre este tema, gracias. Sé que podría haber hablado de todos esos solares fruto de las transferencias de aprovechamiento urbanístico que andan desperdigados por Pizarrales y a los que también se les podría dar un uso similar y servir de abastecimiento a los vecinos de un barrio muy humilde de la ciudad. Aquí dejo la "semilla" espero que en Salamanca crezca. Pillad un trocito y plantad, todos saldremos ganando.
Y la canción...