Hoy he vuelto a Salamanca tras pasar la semana fuera (como muchos jóvenes) y esa ha sido la respuesta que he encontrado entre mis familiares cuando les he comentado lo del precio del bus.
Aunque a muchos nos parezca mentira, la gran mayoría de los salmantinos viven ajenos a todo este embrollo. Las quejas (y la resignación) vendrán en enero, cuando se enfrenten a las nuevas tarifas. Muchos ciudadanos aceptarán todo esto del mismo modo que aceptan las subidas de la leche o la gasolina. La desinformación es más que evidente.
Del mismo modo he oído historias de lo más rocambolesco a cerca de las obras del Corte Inglés.
Lo que otrora podía haber sido desesperante, no hace más que darme ganas de seguir con este blog. Aunque sea para pedir a los que leen esto y les preocupa un poco lo que pasa a su alrededor, que no se queden de brazos cruzados. Muchas veces ciertas posturas no son más que el fruto de la obcecación y de la carencia de información. Somos muy cómodos.
(Dentro de poco hablaremos de ese AVE que se nos ha prometido esta semana. ¿AVE? ¿Altas prestaciones? ¿tren de la bruja? ¿qué pasará con las líneas de ferrocarril convencional? Vamos a intentar sacar algo en claro, que uno siente que le mienten por todas partes. Lo dejo aquí como avance)
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